EL GIGANTE DORMIDO
¿Sólo en la fantasía lo bueno es blanco y lo malo es negro?
Por Dhc Nancy Gutiérrez Herrera *
Los cuentos que de niños escuchamos en la escuela, en el regazo de nuestra abuela o quizá de la voz de mamá o de un padre presente estaban llenos de dicotomías que nos explicaron el mundo para adentrarnos a él y construir un primer acercamiento a la realidad: bueno o malo era el único camino para entender a los personajes y después al mundo que nos rodea.
Por eso adentrarnos al mundo de los “Bad hombres” resultó conocido y hasta comprensible desde ese infantilismo deleznable de quien procede con la crueldad de un niño que tortura vida ajena, humilla semejantes y esclaviza a los adultos que lo aman, olvidando que, aunque “güeritos”, son de origen mexicano. Ese tinte de sátrapas que reviste a princesas, reyes, y guerreros del exterminio que los cuentos de niños nos ilustraron como “Los buenos de las historias” en defensa del bienestar de un mundo de fantasía y sin porvenir que ahora nos dejan obnubilados y sin distingo entre bueno y malo.
Los paladines de la justicia que se hicieron héroes bien conocidos en la historia mal llamada “universal”, se echaron en hombros al mundo, a los mundos del mundo y transformaron nuestra realidad en un devorador de diversidades, colores, razas, orígenes y culturas; abolieron las historias e hicieron una selección de acontecimientos para explicar al mundo quién es el dueño de la Verdad, del Bien y de la justicia sin realidad: ¿sólo EUA?.
Sí, con el paso del tiempo los monstruos, ogros y villanos se mimetizaron con los buenos, formaron alianzas y polarizaron nuestra visón. Blanco o negro y nada más; buenos o malos y nada más… Norte o sur y nada más ¿Casualidad que al norte estén los más claros y al sur los más oscuros?
La tendencia migratoria sin duda es hacia los nortes de los continentes, más de 110 millones en el mundo caminando hacia la luz del mundo mientras la esclavitud históricamente ha apuntado hacia el sur.
Y la tendencia de realidades desconcertantes y de fantasías, también desconcertantes es a volverse una fusión justo del bien y el mal para dar paso a una visión que no polariza, sino que convoca a la comprensión y a la estrategia que visibilice la complejidad de lo migratorio, a dejar de verlo como “fenómeno” numerológico de componentes económicos y políticos.
Sí, la migración como constructo social, económico y político dejó de ser humana; la migración misma ha despojado a los migrantes del papel protagónico de todas las historias de “buenos y malos” en las que se les usa como personajes que justifican argumentos políticos para sacudir naciones y mantener anulados sus derechos políticos.
Los migrantes se volvieron pretexto, historia, personaje, argumento; fueron cosificados desde el 2015 en estrategia Trumpista y cosificados nuevamente como estrategia mediática luego de la tragedia de ciudad Juárez. Se ha secuestrado su protagonismo, y se les ha vuelto antagónicos de sí mismos, con toda la luz en sus manos y toda la oscuridad en su ojos.
Con las tinieblas y los mitos en la espalda
Ya en la embestida del 2015 cuándo se sembró a fuerza de historias y repeticiones mediáticas el mito de que lo mexicano es símil de delitos, invasión, narcotráfico ¡y hasta terrorismo! Que atentaba contra la seguridad nacional y se hablaba de oleadas, caravanas y “Bad hombres” asomando a la frontera como ogros, monstruos y malignidades en el tono de la “crónica de una migración anunciada”…. Ya entonces se jugaba con el miedo colectivo de los buenos del cuento y se construía un gran muro frente a México dejando la realidad y la fantasía revueltas del lado norte de la frontera imaginaria que pone color, nacionalidad y origen entre el bien y el mal.
Cómo hemos reservado para nosotros esos atisbos maniqueos, infantiloides e irracionales que ahora que México se va convirtiendo en país destino sin dejar de ser tierra de tránsito permanente, volcamos esa furia ajena a nuestros hermanos sureños más lejanos del sueño, del final feliz y de la fantasía de cualquier cuento de terror.
Así camina la migración, con la luz monstruosa en el destino y un hada madrina en los sueños; acaso esa desesperación que no despierta lleva a arrojar a niños sin compañía a las fauces de un norte luminoso, blanqueado, condecorado y auto determinado a ser determinante. Esa fantasía que no cabe en la realidad va de la mano de la muerte que nos suelta condescendiente, a veces por unas décadas, años o días para mirarnos morir por un sueño americano que llena de vida y oportunidades mágicas ahí donde llegan las remesas.
Nancy Gutiérrez Herrera, es Académica de la FESC UNAM. Directora de la Comunidad Internacional de Ética y Responsabilidad Social, CIERS