La Justicia que Ajusticia y Condena

Condenar a Juzgadores que son cómplices de criminales debe estar en nuestras manos 


Por Dhc Nancy Gutiérrez Herrera *

A pie y andando entre territorios todos sabemos qué es la justicia; esa ilusión ausente a la que nos obligan a rendirle culto, defensa y respeto. Es esa figurita de muchos significados y de ningún significante que, mudando de país y atravesando el territorio jamás se aparece. Nunca ajusticia ni condena a quiénes le compiten con otro poder: El del “estatus” del nombre y dinero.


La idea de justicia no tiene trazabilidad dentro del Poder que se confiere para sí, a una justicia discrecional, selectiva; una “Justicia” como herramienta para la impunidad y no para lo justo, ni para la defensa de los derechos de los más desprotegidos. 


Las reiteradas omisiones ante la realidad migrante demuestran que la transformación del Poder Judicial en México se volvió imperiosa hace mucho tiempo, cuando se constituyó como poder sobre todos los poderes y puso como enemiga a la Justicia misma; dilucidar que la Justicia en singular atenta contra lo justo nos sigue generando resistencia, aunque lo vivamos todos los días y aunque las historias ya sean incontables y aunque la realidad lo grite en cada frontera y en cada rostro que pide cruzar. 

Quién, cómo y cuándo se aplicará la justicia para los omisos que no salvaguardaron los derechos de los migrantes y que no garantizaron su acceso a un trato justo en este país y sus fronteras.



Las víctimas de la justicia

¿Será que baste comprender los conceptos con los que esconden a la justicia para poder ejecutarla? El desmantelamiento sistemático que se planea aplicar a la corrupción que invadió al Poder Judicial está incompleto si no hace del ideal de justicia una posibilidad real de construir lo justo.


Que sea lo justo lo que reconstruya a la Justicia en México y que sea el colectivo el que le dote de Poder, y se lo quite ante acciones y omisiones que atenten contra los ciudadanos del mundo que deciden pasar fronteras. Pero nada en este proceso señala que el colectivo que decidirá sea incluyente; siguen faltando los mexicanos fuera del país. 


Condenar a quienes no ajustician criminales es un derecho que no se ha puesto en nuestras manos; lo tienen secuestrado en el papel. La justicia ha dejado de ser una virtud ejercida de manera voluntaria pero también ha dejado de ejercerse por quienes recibieron el poder de ajusticiar cada acto criminal y cada omisión criminal.


La grosera concentración del poder dentro del bolsillo más acaudalado tiene a la justicia en sus manos, por eso lo justo no tiene cabida ahí. Lo justo debe regresar a los actos cotidianos y escalar de manera contundente a los actos institucionales e instalarse en los actos de poder más elementales para el Estado que nunca ha sido capaz de representar y ser representado por su rostro migrante.


No más orfandad para los niños migrantes a quienes no se les garantiza el derecho a la identidad, el derecho a la salud, a la educación, a la diversión; a un camino justo. No más maltrato institucional a los migrantes que son expuestos a todos los actos de injusticia que puede vivir un ser humano.


No más una justicia amordazada, secuestrada, exclusiva. La justicia debe estar lejos del Poder con mayúsculas, nombres y apellidos y transformarse en un poder con minúsculas vivido como acto colectivo que distribuya de manera horizontal su andar con nosotros. La Justicia debe volverse una forma de vida que reproduzca sólo lo justo para el bienestar en sus personas, en sus bienes, en sus vidas y en su andar por el mundo. 


Quienes vivimos las injusticias del poder, de las instituciones y de quiénes detentan facultades secuestradas sabemos que “la justicia que no ajusticia” debe ser tener contrapeso fuera de los Poderes; debe conservar el mecanismo regulatorio que permita que toda omisión en la consecución de lo justo para los migrantes, sea castigada.

 

Los derechos humanos como la condición optima en que todos debemos compartir un espacio en este mundo en diferencia de opiniones, ideologías, orígenes, tipo de cabello o pigmentaciones de la piel, son nítidos, explícitos y “universales”. 


Pero se mantienen en buenas intenciones, condiciones irreales, y circunstancias lejos del alcance de la mayoría en el mundo, de esta mayoría que hemos sido engañados para asumir que por encima de bienestar común está esta facciosa noción de derechos humanos centrados en la exacerbación del individuo, de “un uno” que merece que el mundo le respete y salvaguarde. Ese mundo es justo en el que los migrantes no encuentran donde nacen y emprenden la andanza para encontrarlo en alguna parte. 


Lo que se encuentran quiénes rompen raíces y caminan añorando el vuelo es como una expiación; se confrontan día a día con que los derechos humanos no los respetan los humanos facultados para ajusticiar y condenar actos criminales y a quiénes los cometen. 


Venga ahora la esperanza de la transformación del Poder Judicial y sea así la salvaguarda de los Migrantes para que sus derechos sean garantías.



 * Dhc Nancy Gutiérrez Herrera  es Académica de la FESC UNAM, Directora de la Comunidad Internacional de Ética y Responsabilidad Social, CIERS. Coord. UNAMos Manos por la Responsabilidad Social Universitaria.

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