Voto del Mexicano en Estados Unidos es Crucial para la Relación Binacional
Por Edgar A. García Villaseñor
El 1 de octubre, Claudia Sheinbaum Pardo asumió como la primera presidenta de México. Con el inicio de su mandato, la presidenta Sheinbaum dirigirá el destino de la nación por los próximos seis años, y por supuesto, la política exterior no es la excepción, incluida la relación bilateral entre México y Estados Unidos de América.
En su discurso inaugural, la presidenta delineó la hoja de ruta de su gobierno. Bien vale la pena analizar los “principios” que planteó en temas internacionales, particularmente en la relación con Estados Unidos. En primer lugar, dijo que “la política exterior seguirá los principios constitucionales de autodeterminación de los pueblos, la no intervención y la solución pacífica de controversias”. Sin embargo, la presidenta olvida que, precisamente, los principios son constitucionales y no se “optan o eligen” como una baraja de opciones.
Además de los principios que mencionó, México debe observar en sus relaciones internacionales la “proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y seguridad internacionales. Lo anterior, de acuerdo con la propia Carta Magna mexicana y también en coherencia con la Carta de las Naciones Unidas.
En segundo lugar, la presidenta Sheinbaum mencionó que “México es maravilloso gracias a nuestros connacionales héroes y heroínas que viven en Estados Unidos, y que con amor a su familia y a la patria envía su apoyo todos los meses”. Sin duda, este reconocimiento es más que merecido. Sin embargo, esta perspectiva es un tanto egoísta, pues entonces México ¿qué le ofrece a sus héroes y heroínas que radican en Estados Unidos? En esa tesitura, al menos, la política exterior de México debe articular, como pilar, la atención de los mexicanos en territorio estadounidense. Se trata de dotar de mayores recursos económicos, en el presupuesto de la nación, a la atención y protección consular, para defender sus derechos.
En ese sentido, es prudente hacer un alto para reconocer el trabajo de la red consular en Estados Unidos y al Servicio Exterior Mexicano (SEM) por su labor patriótica. México tampoco debe olvidar a sus diplomáticos, quienes son clave para articular y mantener una estrategia de vinculación de las y los mexicanos (ya sean de primera, segunda, tercera o hasta cuarta generación) que residen en el país del norte con su país de origen. México siempre será su nación, su hogar. La Sexta Circunscripción es una realidad.
En tercer lugar, la presidenta se refirió a la relación bilateral centrándola en el ámbito comercial. Comentó que “impulsará la relocalización de las empresas y la cooperación económica” al amparo del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá. Es importante mencionar que la vinculación entre México y Estados Unidos trasciende los temas económicos, ya que ésta se ha encarnado en la realidad cotidiana de mexicanos y estadounidenses. Nuestras sociedades se encuentran cada vez entrelazadas, incluso más allá de los gobiernos en turno.
Dicho lo anterior, es ocasión de referirnos a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, a celebrarse el próximo 5 de noviembre. De acuerdo con el sitio RealClear Politics (1), a nivel nacional la candidata demócrata, Kamala Harris, aventaja con al menos 1.8 puntos al candidato republicano, Donald Trump. No obstante, en los estados llamados “battlegrounds”, el expresidente Trump aventaja ligeramente a Harris con 0.4 puntos. La elección aún no está definida.
Independientemente de quien resulte electa o electo como presidenta o presidente de nuestro país vecino, la presidenta Sheinbaum enfrenta al menos cinco desafíos en la relación bilateral:
Primero, hacer notar que la vinculación entre ambos países responde a una relación entre aliados estratégicos, y que su fuerza emana de la vinculación entre nuestras sociedades.
Segundo, al amparo de la relación comercial, las reformas propuestas en México sobre poder judicial o la desaparición de órganos autónomos, generan incertidumbre para la atracción de inversiones y la confianza en el país.
Tercero, estamos próximos al sexto aniversario de la entrada en vigor del TMEC (1 de julio del 2026), y con ello la habilitación de la cláusula “sunset”. Correspondería a estas administraciones, mexicana, canadiense y estadounidense, la revisión del tratado y una eventual renegociación.
Cuarto, en el ámbito migratorio, la presidenta Sheinbaum debe evaluar si México continuará siendo el “muro” de contención de la política migratoria estadounidense, o en su lugar, virar hacia el desarrollo de capacidades locales en los países de expulsión. Hay casos de éxito como el plan “Mesoamérica”. También, incrementar los recursos económicos destinados a la protección consular de mexicanos en Estados Unidos, y en general a mejorar las condiciones del SEM.
Quinto, la agenda de seguridad implica un desafío compartido en lo que refiere al tráfico de drogas, armas, personas, así como el combate a las organizaciones criminales. La estrategia debe ser conjunta. El reto particular de México es asegurar un verdadero Estado de Derecho, que cada vez parece más lejano. Ante ese escenario, no sorprendería reacciones por parte del gobierno de Estados Unidos, como la denominación de los cárteles mexicanos como agrupaciones terroristas.
Para mayor información, consultar: https://www.realclearpolling.com/polls/president/general/2024/trump-vs-harris
* Edgar A. García Villaseñor: Internacionalista mexicano, especialista en seguridad y política internacionales. Ha ejercido las relaciones internacionales desde el poder legislativo federal, tanto en el Senado de la República como en la Cámara de Diputados.